Cuando algo te causa impacto o admiración, sientes el impulso de aplaudir, pero ¿Por qué?.
Los primeros aplausos se escucharon en los teatros griegos y expresaban su alegría al finalizar cada acto, y en Roma donde se permitía también se acompañaba de algún grito de admiración.
En el siglo XVII en algunas iglesias los fieles aplaudían y silbaban cuando el sermón había acabado, aunque fue prohibido por considerarlo de mal gusto.
Desde el punto de vista psicológico se cree que el aplauso expresa la necesidad de mostrar tu opinión y de sentir que participas en el hecho al que aplaudes.
Como curiosidad, el emperador Nerón pagaba a casi 5000 "aplaudidores" para que festejaran cada aparición que realizaba en publico, incluso se les obligaba a practicar los aplausos.
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